VP Manufactura APPR
Cada vez escuchamos a los sectores que administran nuestro País tratar de explicarnos las estrategias para crear empleos, mejorar las condiciones de negocio y acelerar nuestra maltrecha economía. Me pregunto si es real el deseo de querer provocar que nuestra industria manufacturera crezca.
Cuando comparo el efecto contributivo dentro de la industria para la que trabajo, me encuentro con una desventaja abismal. Cuando nos comparamos con regiones como Estados Unidos, España (quien importa y compite en Puerto Rico) y Canadá, veo que nuestra tasa contributiva anual es 3, 7 y 9 veces mayor, respectivamente a los países antes mencionados.
Está más que probado que los mejores años de crecimiento económico son los años de mayor producción y no hay que entrar en cifras ya conocidas y más que estudiadas. Es momento de hacer lo que se sabe pero no se quiere hacer: incentivar la manufactura.
Las industrias de manufactura locales nos hemos tenido que sentar en las gradas para ver cómo otras regiones crecen y cómo nos pasa la competencia por el frente. Mientras nosotros, con las manos atadas, observamos cómo los que han querido crecer, y han crecido, implementan iniciativas que refuerzan la capacidad competitiva de sus industrias locales, expandiendo su capacidad de exportación y alcance de distribución.
Y mientras aquí seguimos mirando, sin querer emular los buenos ejemplos vuelvo a preguntarme: ¿de verdad queremos crecer?