Master Group / APPR
Es innegable la importancia de la riqueza interna en cualquier economía. La nuestra no es la excepción. En momentos en que intentamos recuperarnos de los embates de María a nivel empresarial e individual, cobra importancia que de forma contundente se apoye el consumo de los productos locales. Sin embargo, no siempre se tiene claro que cada dólar invertido en productos para nuestros negocios, nuestras residencias y en nosotros mismos puede marcar una diferencia notable en el desarrollo de capital nativo que contribuya a superar la etapa tan difícil que vivimos.
Con frecuencia, se escucha el factor precio y calidad como principales denominadores para efectuar una compra. En ambos renglones nuestros productos son altamente competitivos y pueden obtenerse tanto en comercios locales como en las grandes cadenas con presencia en Puerto Rico. La diferencia estriba en que el apoyo que brindemos a los productos locales se traduce en creación de empleos, fortalecimiento de la economía local y desarrollo de una clase empresarial nativa más robusta. Ese sector empresarial local cuyo compromiso con este país ha sido más que evidente en medio de esta crisis.
Hoy nos enfrentamos a la amenaza de una reforma contributiva a nivel federal; tema recurrente que pone en peligro no solo la estabilidad de las manufactureras extranjeras con presencia en la Isla, sino los esfuerzos incipientes de exportación local. Es en este tipo de coyuntura que nos golpea en la cara la necesidad de proteger la industria nativa. Esto va mucho más allá que incentivos contributivos, lo cual en la mayoría de las ocasiones son inferiores a los otorgados a empresas del exterior. Se trata de que por fin se perciba el respaldo sólido de un consumidor que apoye, de forma consciente y consistente, la producción local.
Propongámonos que ese sea uno de los legados favorables de María.