Mucho se habla por los gremios empresariales de la necesidad de apoyar el crecimiento de las exportaciones de productos hechos en Puerto Rico. No hay duda que es el enfoque correcto y una imperativa macroeconómica para lograr un desarrollo económico local saludable. No obstante, a veces se pierde en la discusión que las exportaciones no se limitan a nuestros productos tangibles si no que además recogen los servicios “hechos en Puerto Rico.”
El capital intelectual que la Isla ha desarrollado es innegable. Aquellos de nosotros que hemos tenido la oportunidad de desarrollarnos fuera del País, podemos dar fe de la habilidad de empresas de servicios puertorriqueñas de competir de tú a tú lejos de nuestras costas. ¿Acaso dudamos de las habilidades de nuestros abogados, contables, ingenieros, arquitectos, diseñadores, consultores, programadores, entre otros? Más aún, tenemos la destreza envidiable de poder desenvolvernos (por cultura, idioma y acceso a mercado) en el Caribe, Centro, Sur y Norte América. Es un reto y una gran oportunidad. Ante la situación del país, ¿qué mejor medida de desarrollo económico que nuestros profesionales expandan sus servicios fuera de la isla? Sería extraordinario tener en un futuro cercano más empresas locales con centros de servicio y excelencia ubicados aquí . Exportando exitosamente nuestro conocimiento, esmero y dedicación.