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Durante una conferencia que asistí hace algunos años, nos comentaron: “nunca se debe desaprovechar una buena recesión”. Una frase fuerte de la que luego comprendí su importancia.
No siempre se puede predecir una recesión económica pero los signos de una baja económica son fácilmente reconocibles. Cómo actuamos durante ese periodo puede ser la diferencia entre una historia de éxito de la cual todos hablen o caer en el olvido.
Frecuentemente las empresas responden a los momentos difíciles reduciendo recursos, cerrando las puertas a innovaciones a largo plazo y concentrándose en las prioridades a corto plazo. Pero en un entorno desafiante, la necesidad de innovar es más, no menos.
Las historias de innovación de éxito comienzan determinando el nivel de riesgo a tolerar. Claro está, en las bajas económicas, la tolerancia al riesgo debe ser mayor. Este es el momento para escuchar a los empleados, éstos conocen el día a día de la compañía mejor que nadie y pueden aportar ideas que antes podían parecer alocadas. Además, es el momento de mirar más de cerca a los clientes.
La baja actividad económica expone las necesidades no satisfechas de los clientes por cual es una excelente oportunidad de identificar nuevas oportunidades para el desarrollo de nuevos productos o servicios y la creación de procesos para mejorar eficiencia, abaratar costos y mejorar ofertas. Debemos mirar y escuchar al mercado.
Es el momento de desatar la creatividad. La historia nos ha demostrado en infinidad de ocasiones que “la necesidad, es la madre de las inventivas”.